Raul CHuliver, guitarrista y folklorista, interpreta el bailecito de Polo Gimenez, VIEJO CORAZON.
Polo Giménez, nombre artístico de Rodolfo Lauro María Giménez, (1904-1969), fue un compositor y pianista, intérprete de música folklórica de Argentina, Está considerado como uno de los precursores del boom del folklore argentino producido a partir de la década de 1950. Es autor de canciones que integran el cancionero folklórico tradicional como la célebre zamba "Paisaje de Catamarca". Escribió 77 canciones registradas y un total de unas 350. Murió en 1969 durante el acto de celebración de sus 50 años con la música, en el momento que presentaba su álbum Bodas de oro con la música popular Argentina y su libro De este lado del recuerdo. Viejo Corazón es un bailecito que compuso Polo Gimenez, y cuenta de su composición, que la escribe hacia 1958 y publicada en 1960.
Existía por aquel año, un comedor que funcionaba en una vieja casona que, a juzgar por el lujo con que había sido construida, seguramente, habría pertenecido a una acaudalada familia venida a menos, por lo cual tuvo que deshacerse de ella. Hoy ya no existe aquella casona, que estaba situada en Córdoba, casi esquina Gascón. El restaurante, se llamaba “Riviera”. Cuando yo lo conocí, actuaba allí un dúo de guitarreros-cantores, que habían integrado alguna vez, el conocido “Trio Mastra”, que amenizaban las veladas. Pero antes de tomar una determinación definitiva, decidieron hacer una última experiencia. Alquilaron un piano de cola y contrataron a Luisito Visca – fiel exponente del tango de la década del 20 al 30- co-director de la orquesta D’Arienzo para que pudiera bailar la gente. A mi me encargaron de la música folklórica. La experiencia resultó un éxito. De un restaurante similar a otros miles, donde se puede cenar en Buenos Aires, pasó a ser el único lugar en la Capital, donde, además, se podía escuchar música y bailar. Como a esto se agregaba que los precios eran bastante razonables, al poco tiempo era algo menos que imposible, conseguir mesa para ubicarse. Llevé conmigo, para que cantaran y para que me acompañaran con la guitarra cuando yo tocaba para bailar, a dos muchachos muy jóvenes; uno cordobés, de Jesús María; y el otro de la provincia de Santa Fé, Dpto. San Cristóbal, Colonia Bossi. Eran desconocidos en el ambiente, pero no porque les faltaran condiciones, sino porque eran muy nuevitos en la Capital. Me refiero a Abel Figueroa, el cordobés y a Alberto Merlo, el de la provincia de Santa Fé. Hoy ambos vuelan solos y son figuras de prestigio.
El restaurante “Riviera”, no obstante el éxito alcanzado con sus cenas musicales y danzantes, tuvo que cerrar sus puertas definitivamente, cuando nada lo hacía prever, por que había que demoler el edificio. ¿Por qué siempre sucederá eso de que las cosas buenas pasen enseguida?...
Con “Riviera”, desapareció el último reducto donde podía escucharse y bailar música argentina, con precios al alcance de todos los bolsillos. ¡Qué lástima!... Buenos Aires necesitaría tener, en cada barrio, dos o tres “Riviera”, como aquél,, para poderse defender un poco de la invasión de música y costumbres foráneas que han de terminar fagocitándole su personalidad al país. Tendría así para ofrecer al turista, una imagen más acabada de nuestras tradiciones, ya que ellos esperan conocer lo auténticamente argentino. En ese local y ese ambiente tan típico, nació mi bailecito “Viejo Corazón”. Allí estrené la música y, también allí, tuve la primera impresión, directa del público, de que podía llegar a ser un éxito, como luego aconteció, gracias a Dios. Aunque el tema de la letra, que escribí tiempo después, pareciera una íntima conversación que sostengo con mi propio corazón, motivada por experiencias vividas, siempre he pensado que esto es solo aparente. Atribuyo la elección del tema, más bien a la casualidad. En efecto: la primera frase musical, al recordarla mentalmente, siempre me sugería esto: “ya te estás poniendo viejo, pobre corazón”, que encajaba como de medida con la música. Me gustó la frase –que bien pudo ser cualquier otra, referida a otro motivo- y ésta me sugirió el tema de la letra. Como en el año 1953, sufrí un accidente cardíaco, que me dejó como secuela un terrible complejo de inferioridad que, gracias a Dios, logré vencer con el tiempo, los amigos, los parientes y la gente que en general estaba enterada de ese accidente, creyeron adivinar en la letra de “Viejo corazón”, una resultante de aquel episodio. Yo lo negué siempre y de buena fe, porque estaba convencido que solo a la casualidad se debía tribuir la elección de este tema; aunque hoy, al escribir estos recuerdos, recién caigo en la cuenta de que tal vez nomás mi subconsciente, pudo haber sido el que decidiera la elección del tema, a tan pocos años de aquel acontecer. Hoy, seguramente no hubiera habido ninguna clase de duda, porque aquel complejo quedó definitivamente entre las cosas olvidadas.
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