Trejo sintió la necesidad de expresarse, de
transmitir todo lo que su espíritu absorbía y lo hizo
por medio
del teclado. Era un poeta del piano. Su preparación musical, romántica por
excelencia
hizo del
intérprete un artista fogoso, dulce, accesible
a su pueblo oyente.
No sólo
pianista, sino creador. Todo su bagaje autóctono lo volcó en sus creaciones
musicales.
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